Paloma Freire Berenguer (Monitora, 19 años)

     "Sigo sin entender. Sigo pensando y no entiendo como significa tanto para mi. Y lo pienso otra vez y no encuentro palabras para describir lo que siento cuando estoy en ese lugar, atrapada entre árboles que me conocen tal y como soy, enteramente, y aislada del mundo exterior, pero feliz. Tan feliz, que podría llorar de la alegría cada mañana que me despierto entre esas telas verdes que tantos sueños me han robado. Tan feliz, que me entra un cosquilleo por las tripas cada vez que pienso en que los mejores momentos de mi vida los he pasado allí.

Y es que no comprendo, no entiendo, no logro averiguar como algo tan simple y humilde como es un campamento llevado a cabo por personas que no tienen nada más que ofrecer que su cariño y compromiso, puede ser tan inmenso y tan grande.

Cómo puede ser que una chica de tan sólo 19 años se recorra todo el país por pasar 10 míseros días al lado de un puñado de niños con las hormonas revolucionadas y rebosantes de energía. Cómo puede ser que cada uno de nosotros, todos aquellos que nos hemos criado allí, contemos cada año los días que faltan para volver a verles las caras a esos amigos eternos que se hacen en estos lugares, y que por más que los veas una quincena al año, o incluso menos, tienen un lugar en el corazón reservado para ellos, y nadie jamás les podrá arrebatar ese sitio.

Cómo puede ser que nada más volver a ese paisaje acogedor, todo lo demás se desvanezca y no exista nada más que esas escaleras que recorremos infinitas veces al día, esas tiendas de campaña tan peculiares y por las cuales nos han hecho y hemos hecho la famosa croqueta a modo despertador, esa piscina en la que tantas veces se escucha el sonido de las batallas de churros contra el agua, ese comedor que alberga mierda y más mierda por más que se limpie, pero que conoce cada uno de los momentos más especiales que hemos vivido en este lugar, ese campo de las estatuas que nos acoge cada año con más y más barro en el que nos restregamos como nadie y por supuesto, disfrutamos como críos, esas escaleras del comedor en las que hemos bailado y cantado hasta hartarnos y hemos hecho millones de almuerzos y meriendas con el eco de esos que estaban llenos, o no querían más, o no les gustaba lo que había.

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¿Cómo puede ser que renunciemos a cualquier otro plan genial, que parece perfecto e imposible de rechazar por el hecho de que las fechas coinciden con las del campamento?

Cómo puede ser que a día de hoy sienta que lo mejor que han hecho mis padres por mi en toda mi vida haya sido llevarme con apenas 8 años a un simple campamento organizado por la Cruz Roja, sin ningún tipo de lujo o riqueza, en Navalón, un pueblo perdido de la civilización en plena montaña, durmiendo en un colchón de apenas 10 centímetros y duchándome con agua helada durante 10 días.

Cómo puede ser que sienta que es lo mejor que he hecho en toda mi vida. Cómo puede ser que os recuerde tanto y tan a menudo. Cómo puede ser que llore de felicidad cada vez que recuerdo la magia de ese lugar. Cómo puede ser que seáis mi segunda familia. Cómo puede ser que los mejores años de nuestras vidas los hayamos compartido entre todos en apenas unas horas al año. Cómo puede ser que me sienta tan bien escribiendo esto, y tan orgullosa de haberos conocido y de haber podido compartir momentos con todos vosotros.
 

Y sigo sin comprender qué es lo que tiene esto para ser tan especial para todos nosotros.

Y sin dudarlo, este campamento es lo mejor que me ha pasado en la vida."